La infancia de Gonzalo Rojas fue muy particular y tuvo una gran influencia en sus poemas y escritura. Haber nacido en una ciudad carbonífera y maderera como Lebu, y haber tenido un padre minero de carbón es una de las partes más influenciales y recordadas de su niñez. Según él, las largas semanas de lluvia en el sur, fueron los que crearon su poesía “larvaria y lentiforme”, ya que cuando llueve en el sur de Chile, llueve torrencialmente por un largo periodo de tiempo, y no para. El padre de Rojas muere cuando tiene tan solo 4 años, y su muerte lo afecta mucho ya que queda huérfano(de padre) y en su casa no está presente la figura paterna ni de una persona que trabaje para mantener a la familia. Rojas no absorbe en su totalidad la situación en la que vive(que su padre ha muerto) hasta que roban el caballo que le dejó como herencia. Gonzalo dice: “El caballo se me convirtió en un mito. Quizá también se deba a que yo soy Sagitario, un signo que tiene un caballo alado, el hecho es que el caballo ha pasado a ser para mí todo un tópico”. Este recuerdo del padre en conjunto con el caballo está siempre muy presente en sus poemas relacionados con su infancia, familia y niñez. Mientras crece, se va dando cuenta también de esta idea de vida-muerte, ya que su cercanía con la minería de esa época, que era muy peligrosa y habían muchas muertes por ello, estaba muy relacionada con las muertes y accidentes. En una anécdota de niño, Gonzalo Rojas cuenta que cuando tenía tan solo 5 años, vio un par de caballos montados por dos cadáveres, y aunque esto es algo muy fuerte para un niño, esta idea le fascinó. La idea de vida versus muerte que estuvo presente en su infancia es algo que logra plasmar en sus poemas que reflejan su niñez.
Con respecto a la forma del poema, se hablará de las características externas e internas. Comenzando con las externas, este poema se dividirá en apartados. El primero va desde el verso 1 hasta el 5, que tienen como tema principal la espera del padre y sus recuerdos. El segundo apartado, desde el verso 6 hasta el 20, hablan de la llegada del padre. Finalmente, el tercer apartado que va desde el verso 21 hasta el final, habla de lo que ocurre después de la llegada. Con relación a otras características externas, no tiene rima ni versos estructurados, son libres. Hablando de las características internas, se definirá el hablante lírico, actitudes líricas, temple y ritmo. El hablante lírico es un niño que espera con ansias la llegada de su padre minero. La actitud lírica predominante es la enunciativa, porque pese a que habla del padre, el poema no va dirigido a él, sino que lo está contando como si fuera un cuento. El temple de ánimo es de ansias, lo ansioso que está el niño por la llegada de su esperado padre.
El motivo lírico es la espera del padre de la llegada de la mina. Durante el comienzo del siglo XX, la minería era un trabajo muy peligroso ya que no habían muchas formas de prevenir accidentes, y por esto, habían muchas muertes de mineros que no se podían prevenir. Bajo este contexto, el niño está durante la espera de la llegada del padre, que podría llegar en vida, o muerte. Lo que el poeta nos quiere decir con respecto al tema, es simplemente que está usando este hablante lírico para expresar sus experiencias de infancia. El padre de Gonzalo Rojas era minero y tenía con él una relación bastante cercana, y siempre lo esperaba ante su llegada después del trabajo, tal cual como se ve en el poema. Se puede decir que el poema representa un importantísimo aspecto de la infancia de Rojas, su padre y niñez.
Carbón
Obra: Antología Personal
Año: 1988
Veo un río veloz brillar como un cuchillo, partir
mi Lebu en dos mitades de fragancia, lo escucho,
lo huelo, lo acaricio, lo recorro en un beso de niño como entonces,
cuando el viento y la lluvia me mecían, lo siento
como una arteria más entre mis sienes y mi almohada.
Es él. Está lloviendo.
Es él. Mi padre viene mojado. Es un olor
a caballo mojado. Es Juan Antonio
Rojas sobre un caballo atravesando un río.
No hay novedad. La noche torrencial se derrumba
como mina inundada, y un rayo la estremece.
Madre, ya va a llegar: abramos el portón,
dame esa luz, yo quiero recibirlo
antes que mis hermanos. Déjame que le lleve un buen vaso de vino
para que se reponga, y me estreche en un beso,
y me clave las púas de su barba.
Ahí viene el hombre, ahí viene
embarrado, enrabiado contra la desventura, furioso
contra la explotación, muerto de hambre, allí viene
debajo de su poncho de Castilla.
Ah, minero inmortal, ésta es tu casa
de roble, que tú mismo construiste. Adelante:
te he venido a esperar, yo soy el séptimo
de tus hijos. No importa
que hayan pasado tantas estrellas por el cielo de estos años,
que hayamos enterrado a tu mujer en un terrible agosto,
porque tú y ella estáis multiplicados. No
importa que la noche nos haya sido negra
por igual a los dos.
Pasa, no estés ahí
mirándome, sin verme, debajo de la lluvia.
no me sirvio en nada
ReplyDeletesi soy
Deletemuy inetersante
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